Imagínese un momento de su propia infancia en el que estaba sentado alrededor de una mesa y almorzaba o cenaba con su familia. ¿Cómo se sintió? ¿Fue fácil hablar con sus padres sobre los eventos de la vida? ¿Hubo momentos de silencio? ¿Quién dirigió la conversación?
Puede que no haya sido claro en ese momento, pero esos instantes estaban afectando poderosamente su cerebro. De hecho, la investigación ha demostrado que la conversación a la hora de comer entre los miembros de la familia puede promover el bienestar positivo, la resiliencia y fortalecer la autoestima, además, de estar relacionada con tasas más bajas de abuso de sustancias, embarazo en la adolescencia, trastornos de la alimentación y depresión.
Existen estrategias basadas en evidencia que han demostrado ser efectivas para producir conversaciones poderosas, significativas y constructivas con los niños en este momento oportuno del día.
Cuenta historias
Muchos niños sienten curiosidad por conocer la vida de sus padres, así como la forma en que ellos enfrentan las dificultades y desafíos en sus experiencias diarias. De hecho, la investigación muestra que los niños que saben mucho sobre la propia infancia y la historia familiar de sus padres se vuelven más resilientes favoreciendo la expresión de sus propias dudas e incertidumbres.
Construir experiencias compartidas
Además, cuando los niños pueden expresarse o contar sus propias historias, es importante que los padres comprendan que estas experiencias se sienten genuinamente y están presentes en la mente de sus hijos por una razón. Por ejemplo, si un adolescente cuenta una historia o experiencia, sobre la frustración de no lograr un lugar en el equipo de fútbol, es posible que uno de los padres quiera contar una historia similar sobre un obstáculo que enfrentaron y lo que aprendieron de él.
Evite los comentarios
Muchos niños viven todo el día conscientes de su comportamiento y si están mostrando una conducta correcta o incorrecta. Los padres deben hacer todo lo posible para evitar que la hora de la comida "se centre en los comentarios", donde los padres comentan sobre los hábitos alimenticios, el rendimiento escolar o el sueño de sus hijos, y en su lugar deben hacer de la mesa una zona más libre de juicios en la que los miembros de la familia puedan tratarse como iguales.
Tener expectativas básicas
Evitar los comentarios sobre el comportamiento de los niños no significa que los padres no deban tener expectativas básicas sobre cómo debería ser la hora de comer. Por ello, es fundamental que se fomente el encuentro familiar lejos de celulares o distractores que impidan dialogar, esto ayudaría a comprender que es un espacio centrado en el ser humano y no en la tecnología.
Pruebe algunas de estas preguntas en la próxima conversación a la hora de compartir la mesa:
¿Cómo se conocieron mamá y papá?
¿Qué razones llevaron a mamá y papá a elegir el nombre de sus hijos?
¿Cómo eran los juegos de la época?
¿Conoce algunos de los hobbies que tenían los padres cuando eran jóvenes?
¿Qué historia compartir sobre el pasado?